domingo, 27 de mayo de 2012

Sobre la crisis, los bancos y la gente...

Manfred Max Neef es un economistaambientalista y político chileno, autor de varios libros, ganador del Right Livelihood Award en 1983 y candidato a la presidencia de Chile en 1993. En este fragmento de su conferencia en España, habla de temas muy actuales. Basta ver como Rajoy salió a salvar el Bankia, recortando presupuesto de salud, políticas sociales y educación.


Sobre la crisis, loa bancos y la gente...

viernes, 25 de mayo de 2012

Jesús Quintero entrevista a Pepe Mujica

Jesús Quintero entrevista a Pepe Mujica



En una entrevista realizada a José Mujica por Jesús Quintero, para el ciclo uruguayo de su programa "El Perro Verde" a mediados de la década de los noventa, que fue transmitido por Teledoce entrevistador-entrevistado hablan de temas de candente actualidad: el Juez Garzón, la lucha armada, la intromisión de los estados en la justicia de otros, los años duros de la prisión, Pinochet, la pena de muerte y mucho más.
Realmente no tiene desperdicio...

sábado, 19 de mayo de 2012

Se dicen intelectuales y no quieren discutir

Ayer ví en 6, 7 y 8 la participación de varios de los que sí fueron al congreso de la UNLP. Entre ellos Gabriela Cerrutti (periodista y diputada de Nuevo Encuentro) y otras a quien no reconocí de nombre. Muy interesante para ver que opinan otras voces, sobre los "democráticos" Lanata, Sarlo, Caparrós, etc. que ahora no quieren dialogar.




Pablo Bilyk, integrante de la organización del Congreso de Periodismo convocado por la Facultad de Periodismo, explicó a la Agencia Paco Urondo que “la facultad está organizando un congreso de periodismo y medios de comunicación, debates sobre la verdad, el poder y la política, es un congreso de tres días bastante intensos de discusión sobre el periodismo, el rol del periodista ante un nuevo escenario”.

Entre los invitados se “incluyeron a periodistas del grupo Clarín y de La Nación, es decir, de diferentes medios”. “Inicialmente tuvimos una buena recepción, varios periodistas confirmaron, que nosotros pensamos que podían decidir no estar”, agregó Bilyk, y menciona a Ernesto Tenembaum, Eduardo Van Der Kooy, Marcelo Zlotogwiazda y otros.

Sin embargo, aclaró que luego y “por diferentes motivos, han decidido no venir, no participar”.

Respuesta más directa, menos dubitativa, fue la de hombres y mujeres como Jorge Lanata y Beatriz Sarlo, quienes directamente respondieron con una negativa al convite.

“Lanata fue uno de los primeros invitados y directamente nos dijo que no, lo mismo nos pasó con Alredo Leuco, con Beatríz Sarlo y Martín Caparrós, los invitamos y directamente nos dijeron que no”, indicó Bilyk.

domingo, 13 de mayo de 2012

Trastorno de déficit de atención y el debate sobre la medicación infanti



Publicado en el Diario El Territorio. Posadas, 13 de mayo de 2012.

Cada vez son más los casos de niños que padecen esta afección. Por un lado, sostienen que es necesario un tratamiento con fármacos, pero por el otro, preocupa que se realice el tratamiento sin mirar todo el contexto
Domingo 13 Mayo de 2012 |
POSADAS.
¿Qué es el  trastorno por deficit de atención con hiperactividad (TDAH)? ¿Se debe medicar o no al niño? ¿En qué situaciones? ¿El tratamiento es de por vida? Estas y otras preguntas realizó El Territorio a dos profesionales de diferentes ámbitos con el objetivo de reflexionar y debatir sobre este trastorno que afecta a cada vez más niños, quienes por lo general, son medicados.
En el mercado existen varios fármacos para tratar el TDAH, los más utilizados son los derivados de metilfenidato que “es un psicoestimulante, que actúa recaptando a la mayoría de las sustancias neurotransmisoras (la dopamina o la serotonina) lo cual hace que el chico preste más atención, disminuya su hiperactividad, la impulsividad y tenga un cambio en la conducta. Es mucho mayor la amplitud de conocimiento y de captación que tiene cuando el chico está medicado”, explicó Guido Barreyro, pediatra especialista en psiquiatría infanto juvenil.
Actualmente, Barreyro atiende cientos de casos de TDAH. “El concepto que yo tengo para medicar es: un niño que sufre y hace sufrir a su entorno, ese chico merece ser medicado. Cuando estos chicos, a pesar de que se han tomado todos los recaudos, no logra los objetivos y empieza a tener síntomas agravados que hacen bastante complicada su vida, como ser trastorno de la ansiedad, tics nerviosos, cuadros depresivos que a veces son muy graves, trastornos de la alimentación o del sueño, también trastorno obsesivo convulsivo, fóbicos, medios o temores, en ese caso creemos que es importante medicar al niño”.
Desde una postura diferente, Pablo Vain, magister en educación de la Unam, consideró que “el problema es que todo esto se hace desde un lugar netamente biológico y no se hace un análisis de los contextos, no se tiene en cuenta qué pasa en la escuela o si la escuela es interesante para el niño o qué pasa en su vida familiar”.
Para Vain “hay distintos actores que intervienen y que pueden hacer intervenciones netamente perjudiciales, porque las puede hacer el médico o la maestra, que a veces lo hacen con muy buena voluntad. He hablado con muchas madres que me dicen ‘estoy contentísima porque desde que detectaron que el problema era el TDAH y lo medicaron, ahora está fantástico’.  ¡Pero claro, si lo están sedando! Ahora, ¿qué tipo de niños y futuros jóvenes o ciudadanos de este país queremos formar si lo estamos estupidizando con drogas?”.
Por su parte, Barreyro aclaró que “no es que se medica a todo chico que se mueve. Porque además, uno medica después de haber hecho los mapeos cerebrales, en muchos casos, se piden resonancias magnéticas con sustancias de contraste donde podemos demostrar en imágenes y clínicamente la patología del niño, realmente se estudia bien caso por caso y se medica el caso que debe ser medicado”.
En relación a las posturas que rechazan la medicación del niño, el médico sostuvo: “Soy muy respetuoso del libre pensamiento. El tema es que hay que hacerse cargo, cuando uno medica se hace cargo del paciente en todos los aspectos para un buen seguimiento clínico. La pregunta es: esta gente, ¿se hace cargo de los adolescentes que terminan en suicidio? ¿O de los chicos que desarrollan después un cuadro de bipolaridad o de frustraciones tan graves que terminan con el abandono escolar y la tendencia que hay cada vez más a las drogas?”
Y luego opinó que “es muy fácil, obrar por la libertad y decir, no a la medicación pero hay que hacerse cargo del chico en todos los aspectos, y también hay que ponerse en la piel de la familia, de los hermanitos, que tienen que sobrellevar una diferencia, porque estos chicos son extremadamente demandantes. Y hay que ponerse en la piel de esa madre que está con ese chico todo el día, uno lo ve en el consultorio, son madres que llegan llorando al consultorio desesperadas, al borde del colapso total. Nosotros estamos viendo casos complejos, entonces no se puede poner a todos en la misma bolsa, hay que evaluar caso por caso, no es una cuestión de medicar por medicar, se medica a quien necesita”.

Desde la medicinaEn general, según informó Barreyro, “de un cien por cien de casos reales estamos hablando de que en Argentina las estadísticas nos dicen que hay entre un 5 y 8 por ciento de niños en edad escolar que padecen esta afección; de este 5 por ciento solamente de un 10 por ciento del total concurre a la consulta y de ese 10 por ciento el 1 por ciento en definitiva termina siendo medicado o continua un tratamiento aceptable, el resto abandona o es mal medicado en su momento”.
Los primeros en detectar el trastorno en el niño son los docentes del preescolar “que empiezan a darse cuenta que estos chicos no son igual al resto, no pueden cumplir con la consigna, no logran sentarlo más de dos minutos, tienen tendencia a romper cosas, a perder cosas, a molestar otros chicos”.
A partir de ese momento, comienza las consultas con psicopedagogas o psicólogas de la escuela, y se inician las derivaciones. “Pasan a la segunda etapa, que es cuando comienza la primaria donde ahí sí ya al ser más rígida la escolaridad, empieza con las notitas desde la dirección, la obligatoriedad de los padres de concurrir a la escuela para hacerse cargo del hijo, la interconsulta con psicólogos y psicopedagogos, y ahí muchos psicólogos o psicopedagogos que no conocen bien la temática o el abordaje hacen que estos chicos se vuelvan crónicos prácticamente, porque al ser un problema neurobiológico, siempre hablando de los casos medicables, requieren de la farmacología para mejorar y realmente disminuir toda su sintomatología. Finalmente concurren al neurólogo o al especialista y es ahí donde se debe priorizar los casos que deben ser realmente medicado”.
Respecto a la posibilidad de que el niño se vuelva dependiente de la medicación, Barreyro explicó: “Cuando estos chicos logran sus objetivos o fundamentalmente logran enfocar aquello que es lo que motiva su vida, por ejemplo son muy buenos en determinadas áreas, muchos son genios, del arte o del deporte. Cuando ellos canalizan en lo que es realmente el motivo de su vida, estos chicos se nivelan y son chicos felices, no hace falta medicarlos; pero mientras estos chicos no tengan ningún motivo, no tengan planificación, futuro, estrategias para abordar su vida, estos chicos merecen ser tratados. Si hablamos de estadísticas aproximadamente un 25 o 30 por ciento deben ser medicados el resto de su vida, para andar bien y otros serán re-medicados en determinado momento de su vida”.

Desde la educación
Según analizó Vain, “hace diez años aproximadamente, empieza a tomar con fuerza todo un movimiento de etiquetar al niño con ciertos síndromes, por ejemplo uno es el TDAH. Se supone que es un problema de índole biológica que un niño sea desatento o que un niño sea hiperactivo, y luego se lo medica para que no sea tal cosa, por lo tanto se le da un sedante”. 
Sobre la posibilidad de que el niño se vuelva un adulto dependiente a la medicación, el magister consideró: “Es que la medicación psiquiátrica (y a veces otra medicación) se transforma en adictiva en la medida en que el sujeto o su familia o su entorno depositan en el medicamento la solución del problema. Entra en una complicidad, que para peor está legitimada desde el médico que tiene un rol en la sociedad que es determinante. El médico es el que trafica con la enfermedad o la salud, trafica con la muerte”.
Con dureza, Vain opinó:“Que un médico como el gerente del IPS desde la posición de mucho poder, porque está en la línea de conducción de la obra social más importante de la provincia, esté difundiendo las bondades de la medicación para tratar el TDAH es, a mi modo de ver, -lo asumo y estoy dispuesto a debatirlo con él y con quien quiera- altamente perjudicial para la salud y para la formación de todos los misioneros”.
Para Vain, la medicación debe ser “el último recurso para cuando realmente no hay otro camino, por otro lado, yo creo que hay niños que en realidad están confundidos con otra cosa, si un niño, por ejemplo, no escribe bien no tiene un déficit atencional tiene un problema de organización y eso con ayuda psicopedagógica se resuelve”.
A su vez, apuntó a la escuela como espacio primordial para evitar el TDAH. “La escuela está organizada de tal modo que todo aquello que se desvía un poquito de lo que es la norma, molesta. Pero además encuentran la legitimación en el psicopedagogo, el psicólogo o el médico. El niño o el adolescente discordante, ese que por ahí es un poco rebelde o que no se ajusta en el sentido más tradicional, hay una forma muy elegante de sacártelo de encima que es ponerle un rotulo que tiene una enfermedad, entonces tu conciencia queda tranquila, te lo sacas de encima, no te molesta en las clases”.
En este sentido, Vain opinó que “si la escuela sigue siendo, aburrida, autoritaria, no genera ningún interés para los chicos, ¿cómo queremos que los chicos estén tranquilos y atiendan?”.


Qué es el TDAH 
“El trastorno de déficit de atención es un trastorno neurobiológico producto de una desorganización a nivel de lo que sería la corteza pre frontal, abarca algunos núcleos que están localizado justamente en la corteza, lo cual produce un déficit o una alteración en todo lo que son las actividades psicomotoras en los niños”, explicó Barreyro.
En general, “estos chicos son francamente irritables desde lactantes, tienen dificultades en la alimentación, manifestaciones de ira, la hiperactividad comienza desde muy temprana edad, prácticamente caminan antes de tiempo y de ahí no paran nunca más”.
“El chico manifesta mayor hiperactividad que sus pares, mayor impulsividad que muchas veces trae como consecuencia la puesta en peligro de él mismo, de su vida, y de los que lo rodean; y una marcada inatención, lo cual le trae problemas en la escolaridad, y finalmente terminan provocando  retraso escolar y deserción escolar”, describió el médico.
A esto se suma el trastorno de conducta: “Ese subgrupo se llama oposicionista desafiante,  son chicos que desafían las distintas reglas de convivencia, ya sea en las casas como en la escuela, y en todos los ámbitos donde se manifieste. Estos chicos son de mayor complejidad en su tratamiento”.


Cuestionar las etiquetas
El Forum Add es un grupo de profesionales (psicólogos, psiquiatras, pediatras, neurólogos, psicopedagogos, entre otros) preocupados por el auge que ha tomado en los últimos años la patologización y medicalización de la infancia.  “Vivimos en una época en la que niños y adolescentes suelen ser etiquetados y medicados por moverse en clase, atender a cuestiones diferentes a las que se espera y no obedecer. Se medicaliza el malestar infantil y adolescente pensando, desde lógicas reduccionistas, a problemas complejos”, advierte este grupo en su página web www.forumadd.com.ar y continúa: “Son rotulados y medicados de un modo inmediato, sin que nadie los haya escuchado; sin referencias a su contexto y a su historia, sin que se haya realizado ningún intento de comprender sus conflictos ni de ayudarlo de otros modos”, sostienen en uno de sus documentos.
Y luego describen: “Así, niños inquietos, niños con dificultades en el aprendizaje, niños soñadores, niños que presentan diferentes conflictivas son unificados en una sigla. De este modo, hay un conjunto de enunciados descriptivos que se terminan transformando en enunciados identificatorios y que llevan a que un niño sea catalogado por los síntomas que presenta perdiendo así su identidad. Se pasa de: “tiene tics”, a “es un Gilles de la Tourette” o de: “tiene conductas compulsivas y reiteradas” a “es un TOC”. En vez de preguntarse por qué un niño está triste, se habla de un trastorno bipolar... El más difundido es el Trastorno por Déficit de Atención (con o sin hiperactividad), título con el que son estigmatizados niños que presentan diferentes características”.


“Por terribles los echan de las escuelas”

POSADAS. Según los datos estadísticos, en cada curso de 30 o 40 alumnos existen 2 o 3 niños con TDAH, “por lo cual, es claro que no son diagnosticados en su gran mayoría y son los que típicamente son catalogados como los “terribles” del curso o los “repitentes”, debido a que no aprendieron nada durante todo el año”, informó Rossana Thomas, coordinadora de la agrupación que nuclea a Familiares y amigos de discapacitados (Fadis).
Thomas comentó que “curiosamente los pedidos que hemos recibido de información del TDAH, provenían de tías y tíos que estaban preocupados porque sus sobrinos habían sido “sacados” de la escuela a raíz de los problemas de conducta que presentaban”.
En este sentido, los familiares “manifestaban que la ‘madre’ ya no sabía qué hacer y que pensaba en no mandarle más a la escuela y que eso los había motivado a hablar con ‘alguien’”.
Por otro lado, Thomas apuntó a la falta de información sobre el TDAH, lo cual provoca exclusión y discrimación. “Habitualmente, si no tenemos a un familiar con este tipo de conducta, no nos interesamos mucho en saber y eso hace que como sociedad no ayudemos a padres y docentes a sentirse mas cómodos y normales con estos hijos o alumnos y los obligamos a ir excluyéndolos socialmente, por ejemplo no lo invitan a los cumpleaños porque es terrible, no le permiten a sus hijos sentarse juntos en la escuela porque ‘no queda quieto y molesta’ y así vamos encontrando infinidad de situaciones que podríamos manejar mejor si tuviéramos en claro cómo actuar”.

Consejos para los padres
Fadis (Familiares y amigos de discapacitados) es un grupo de auto-ayuda. Desde la experiencia, es decir familiares y amigos de personas con discapacidad, intercambian información respecto a la discapacidad, “no evaluamos tratamientos ni emitimos opinión al respecto, si buscamos información para quienes lo necesitan, sobre la discapacidad, sobre sensibilización, sobre tratamientos, sobre derechos etc, a fin que cada uno pueda ayudar a la inclusión social, educativa y laboral de las personas con discapacidad, o bien al intercambio con docentes y profesionales, pero siempre desde la posición de la familia”, aclaró Thomas, quien además es farmaceútica.
En relación al TDAH, la coordinadora sostuvo “un niño con este trastorno que es permanentemente subestimado en su entorno, difícilmente podrá sentirse incluido, entender las reglas de convivencia y ajustarse a una rutina. Lo importante es centrar la atención en el niño o niña y no en el trastorno de conducta que posee”.
Sobre la posibilidad de medicar al ñiño, Thomas “cada caso en particular, debe examinarse exhaustivamente para determinar si es necesaria la utilización de una farmacoterapia”.
En general, según explicó, los casos de TDAH se resuelven con un trabajo en conjunto de familia,docentes y especialistas. “No existe una receta única, porque cada niño o niña es diferente y su entorno es diferente. Pero lo importante es que sepan los padres y los docentes, que pueden implementarse determinadas conductas (técnicas de estudio, planificación, memorización etc, estrategias para mantener la atención, recordatorios y ayuda memorias en lugares estratégicos etc) que les permiten una mejor inclusión del niño o niña en la familia, en la escuela y en la sociedad”.

viernes, 11 de mayo de 2012

México lindo, México insurgente, México violento…




Hace año y medio atrás estuvimos con Clara en México. Se festejaban entonces el Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución Méxicana.
En la medida en que mis actividades académicas me lo permitieron, tratamos de ir a varios festejos como el espectáculo multimedial en el Zócalo del DF, exposiciones, muestras de arte, fotografía y artesanías, etc. Y hubo algo que nos impactó, la presencia de la muerte en la historia de ese país. Y para muestra, solo un botón. Un número importante de héroes y personajes históricos como Morelos, Zapata, Madero y Villa murieron asesinados.
Le comentamos esto a nuestra amiga Anita Barabtarlo, mexicana de Coyoacán. Recuerdo que le dije: -¡Qué historia de muertes la mexicana!- a lo que Anita agregó: -¡Y de traiciones!-.
50.000 son los muertos, que se calculan, deja hasta estos días el crimen organizado y la acción de los narcos. Sin hablar de las víctimas de las extorsiones, los secuestros y otras modalidades de los Zetas y otros carteles de la droga, incluidos los ajustes de cuentas entre estos grupos, en los que han muerto –solo por quedar en el medio- miles de inocentes.
Ciudad Juárez ostenta el terrible récord de ser una de las ciudades que vá a la cabeza de las estadísticas sobre la violencia de género.
Se sabe que varios de los candidatos a presidente en las próximas elecciones, tienen fluidos contactos con los narcos. Algunos de ellos, lo han puesto en evidencia como gobernadores u otras funciones políticas que hoy ejercen o ejercieron en el pasado.
Y no solo tienen contactos, algunos se nutren de sus capitales para financiar a sus partidos y las campañas, mediante ingresos no declarados.
“La vida no vale nada, cuando otros se están matando, y yo sigo aquí cantando, cual si no pasara nada.” –cantaba Pablo Milanés, refiriéndose al Chile de Pinochet.
¿Será por ello que los Zapatistas tuvieron que recurrir a la violencia para hacer escuchar su voz y sus derechos?

Pero… ¿qué hacer, más que escribir desde el sur, por nuestro México lindo?

lunes, 7 de mayo de 2012

UNA HISTORIA QUE MERECE SER LEÍDA


Presentación
Este libro es una narración reflexionada sobre la experiencia de Rafael Calderón Almendros —primer español con síndrome de Down que obtiene el grado profesional de Música— y su familia en la confrontación con la institución escolar en la que terminaba la Educación Secundaria Obligatoria. Después de una prolongada vida escolar de Rafael en el centro, la institución pierde el sentido de la educación que ofrece y niega derechos al alumno valiéndose de estrategias segregadoras soterradas que, respaldadas por la legitimidad de la institución y sus profesionales, son difícilmente combatibles. A pesar de ello, la familia —embarcada en un proceso de investigación-acción con la colaboración de otros profesionales de la educación— emprende una lucha pedagógica que apuesta por el reconocimiento de los aprendizajes del alumno. Aquí reside la fuerza de la investigación: los análisis críticos nacen de las vivencias de uno de los grupos más oprimidos (las personas con hándicap) y se trata de una realidad rigurosamente registrada.
Índice
Índice
Sumario
Agradecimientos
Prólogo: Haciendo oídos sordos... llegó a ser músico
1. Introducción
2. Marco de análisis
2.1. Biología y cultura. El ser humano como proceso
2.2. La resistencia como acción educativa
2.2.1. Relaciones desiguales y legitimación escolar
2.2.2. Recursos institucionales y reproducción social: resistir a los diagnósticos
3. La experiencia
3.1. Contextualización del caso: el alumno, la familia y el centro escolar. Cómo se gesta el conflicto
3.2. Metodologías utilizadas
3.2.1. El proceso de investigación-acción
3.2.2. La lucha familiar
3.2.3. La investigación del caso
3.2.4. Justificación del 3.er ciclo de la investigación-acción
3.3. Crítica a la función actual de los diagnósticos: legitimar la exclusión o favorecer la inclusión
3.4. Adaptaciones curriculares y otros premios de consolación en la escuela comprensiva
3.5. El papel desempeñado por la escuela: los agentes escolares y el diagnóstico
3.6. La oposición familiar y profesional: el contrainforme psicopedagógico
3.6.1. Repercusiones del contrainforme psicopedagógico
3.7. Otras experiencias educativas: el mismo alumno, otro papel de la educación
3.8. «Se creían que no podía y lo estoy consiguiendo». La realidad de Rafael unos años más tarde
3.9. La educación (musical) como proyección personal
3.10. Reflexiones echando la vista atrás
4. Conclusiones
5. Bibliografía
6. Crónica de una lucha: cronograma del conflicto

domingo, 6 de mayo de 2012

UN MAESTRO, LA REPRESIÓN Y LA JUSTICIA


Un luminoso día de justicia

Orlando Balbo, detenido el 24 de marzo de 1976 en Neuquén y quien tiempo después marcharía al exilio en Roma, es el protagonista del libro Un maestro, de Guillermo Saccomanno. Por estos días, acaba de dar testimonio por la causa de “La Escuelita”, en las afueras de Neuquén, primero un matadero y luego un centro clandestino de detención donde se torturaba y asesinaba. Su declaración de cuatro horas, lejos de un simple testimonio, fue una disertación en la que citó a Kafka, a Primo Levi y a Walsh. Guillermo Saccomanno viajó a Neuquén para presenciar el juicio y escribió esta crónica que, a su modo, funciona como epílogo del libro publicado el año pasado.
 Por Guillermo Saccomanno (Diario PÁGINA 12 Suplemento RADAR. Buenos Aires 1 de abril de 2012
1 “Vos sabías que una de las versiones del porqué del nombre Escuelita –me contó el Nano–, es porque en Tucumán torturaban en una escuela. Otra versión dice que es porque allí los milicos enseñaban a cantar. Personalmente pienso que fue el resultado de una amalgama de experiencias similares en todas las provincias, hasta que los milicos instituyeron el término. Y hubo ‘Escuelitas’ en todo el país.”
2 Durante la dictadura, el mayor Luis Alberto Farías Barrera era el encargado en el Comando de la VI Brigada de Neuquén de atender a los familiares que venían a averiguar el destino de sus seres queridos. Cuando un familiar le preguntaba por su desaparecido, con una sonrisa campechana el mayor decía que no había por qué inquietarse: al ser querido lo estaban “reeducando”. Y una vez “reeducado”, volvería a su casa. “La Escuelita”, acá en Neuquén, se encontraba en las afueras de la ciudad, cerca del Batallón 181. Una construcción ruinosa que, en su origen, había sido un matadero y, más tarde, con la dictadura, fue adaptada como centro clandestino de detención. Allí se repetiría el infierno de los chupaderos de las cinco subzonas en que el país fue dividido por las Fuerzas Armadas poco antes de dar el golpe del 24 de marzo de 1976. Las dos voluminosas causas neuquinas de “La Escuelita” informan profusamente el horror que allí se vivía. No era diferente al de otros chupaderos. La causa judicial llamada vox populi “La Escuelita” supera las 24 mil fojas. Un detalle: hay unos cuantos apellidos mapuches. La causa no compromete sólo a los altos mandos militares y al personal de la represión. También involucra a la sociedad civil y, se estima, el juicio completo abarcará, en al menos dos causas más, cuatro expedientes.
3 Los Balbo acudieron a Farías Barrera varias veces mientras su hijo permanecía en cautiverio. Estaba al tanto de la suerte del muchacho, les dijo el militar. Sí, el Nano había sido golpeado un poco. Los de la Federal habían sido, esos salvajes. Más de una vez, los Balbo acudieron a Farías Barrera. Bonachón, el mayor les decía que no debían preocuparse: cuando volvieran a su chacra de Pellegrini, allí estaría el Nano. En estos días, Farías Barrera, como todos los acusados de la causa, es un viejo apocado que, hace unos días, sufrió un infarto en su arresto domiciliario y, por este motivo, se postergará su presencia en el juicio comenzado este mes después de una serie interminable de postergaciones.
4 Detenido el 24 de marzo de 1976, Orlando Balbo, el Nano, fue torturado en la Delegación de la Policía Federal de Neuquén, estuvo preso en la cárcel U9 de la misma ciudad y luego fue trasladado al penal de Rawson, más tarde a la cárcel de Caseros y finalmente exiliado en Roma; la historia del Nano es la de tantos militantes sobrevivientes de la dictadura. Detallar la tortura, los padecimientos de una prisión en la que los castigos eran tan siniestros como gratuitos, es lo que el Nano denunció en cuatro oportunidades a la vuelta de su exilio. En junio de 1984 declaró ante la Comisión de la Legislatura de Neuquén; en julio de 1985, ante la Justicia Federal. Cuando el radicalismo derivó las causas de la dictadura a la Justicia militar, declaró en el Comando de la VI Brigada de Infantería. Y en noviembre de 2008, ante la Fiscalía Federal de Neuquén. En cada oportunidad, el Nano debió soportar una tortura más refinada: la espera. Ante la instancia de cada nuevo testimonio, revivió una y otra vez el calvario sufrido para ser fiel a la verdad. Un testimonio es una narración. Pero esta narración, la narración del testigo, parte de un cuerpo y sus marcas imborrables como, en este caso, es la sordera del Nano. El juicio oral y público, impulsado por la APDH (Asamblea Permanente por los Derechos Humanos), persigue el castigo de los responsables del terrorismo del Alto Valle de Río Negro y Neuquén. La magnitud del juicio llama la atención como el ninguneo de los medios nacionales.
5 A la vuelta del exilio, durante el alfonsinismo, buscando reinsertarse, siguiendo los consejos del padre Jaime de Nevares y Noemí Labrune, fundadores de la APDH neuquina, el Nano, discípulo de Paulo Freire, fue maestro de adultos en la comunidad mapuche Millain Currical en el Paraje Huncal. Una mañana del ’85, cuando daba clase en la cooperativa, un paisano vino a avisarle que debía comunicarse urgente con su familia en Pellegrini. Para establecer contacto telefónico, el Nano debió viajar en un auto desvencijado por el camino pedregoso y polvoriento hasta Loncopué. Llamó. Lo atendieron sus hermanas alarmadas por la salud de su padre después de una visita policial. A la comisaría de Pellegrini, en la provincia de Buenos Aires, por entonces domicilio legal del Nano, había llegado una citación judicial. Dos policías se apersonaron en el campo para entregarle la citación a la familia: el hijo debía presentarse ante la Justicia. El padre, octogenario, se preguntó qué pasaba. Y, le dijo un policía, usted debería saberlo. En las cosas que anduvo su hijo, le dijo el otro. Por algo lo estarán buscando. El fantasma de la represión volvió a cernirse sobre la familia Balbo. El Nano logró comprender lo ocurrido a través del nervioso relato telefónico de sus hermanas: debía presentarse en el juzgado para declarar contra sus represores en el juzgado de Neuquén. Aquí fue recibido por el juez Rodolfo Rivarola y su secretario, José María Daquier, en la actualidad, fiscal de la causa “La Escuelita”. Cuando el Nano le contó a Rivarola lo que los policías habían dicho a su padre y el temor que les habían resucitado a sus familiares, Rivarola le prometió al Nano que haría traer esposados a esos dos policías y los iba a sumariar por abuso de autoridad e intimidación. El Nano calmó al juez. Esos dos milicos eran policías de pueblo y habían actuado así de primitivos que eran nomás. Además, para qué complicar más la cuestión cuando uno de ellos seguro era de jugar a las bochas con su padre. No obstante, Rivarola levantó el teléfono y llamó a Pellegrini, pegándole un levante al comisario. Si el Nano, durante su testimonio, vacilaba, el juez le proponía que se tomara un descanso. El Nano se acuerda de que le habían desplegado sobre una mesa una serie de fotos de represores. Se le preguntaba por cada foto. Si podía identificarlos o no. Había fotos ante las que no dudaba. Pero otras lo hacían vacilar. Pudo identificar con nitidez a Guglielminetti y al Perro, el comisario de la Federal. Al dar vuelta esas fotos, en el reverso, allí figuraba el nombre del represor. Si al Nano la tensión de la memoria lo vencía durante el reconocimiento, el juez lo invitaba a relajarse, tomar un café juntos. Han sido esta clase de hombres de ley quienes, contra la adversidad impuesta por el terror de Estado, impulsaron las causas contra viento y marea.
No siempre fueron así quienes le tomaron su testimonio. Cuando Alfonsín derivó las causas a los fueros militares, el Nano fue citado a declarar en la brigada. Se presentó solo. Un guardia armado lo condujo al interrogatorio de la Justicia militar, donde fue tratado como culpable. Ante cualquier vacilación, las preguntas se volvían apriete. Un ejemplo: al Nano le fue preguntado si el vehículo en que lo cargó Guglielminetti era crema o celeste. Era claro, color claro, de eso se acordaba. “No le pregunto por la tonalidad”, le dijo el oficial. “Esta no es una cuestión de tonos”, agregó con dureza. Al rato de estar declarando, el Nano se arrepentía de haber venido solo. Podía quedar adentro por falso testimonio. Finalmente, cuando terminó su declaración y salió del edificio, sentada junto a uno de los cañones que decoran el pórtico de la brigada, allí estaba leyendo y escribiendo Noemí. “¿Cómo se te ocurrió venir solo?”, le preguntó Noemí. “No quería ser cargoso, ni joder a nadie”, contestó el Nano. “No debiste hacerlo”, le dijo Noemí. Y esta anécdota la describe en genio y figura. Porque Noemí vela atenta por cada uno de los sobrevivientes. Y es, desde luego, el alma mater de esta causa.
6 Hay una historia que Noemí describe con humor ácido. Un viejo entra a la panadería. Otro viejo, al verlo, se descompone. Se da cuenta: ese otro viejo fue su torturador. La escena no es improbable. Y la refería Noemí hace unos meses al aludir a la impunidad y la demora del Ejecutivo en la firma de los pliegos, el nombramiento de los jueces y la reactivación de las causas, si las víctimas sobrevivientes de la dictadura, una generación, la del ’70, merodea o sobrepasa los sesenta años, los criminales son viejos de aspecto inofensivo y expresión perdida, como si no comprendieran por qué están ahí, acusados. Quien entre al tribunal y mire hacia el sector de los acusados, verá un conjunto de abuelitos. El tiempo pasa, los hombres envejecen, pero los delitos de lesa humanidad y el genocidio no prescriben. Si estos ancianos criminales no asustan hoy a nadie, hay entre ellos, sin embargo, un tipo que no parece tan viejo y todavía mira torvo: Guglielminetti.
7 Al sentirse “atacado” por una abogada, Raúl Antonio Guglielminetti no prestó declaración indagatoria, pero ofreció una sucinta autobiografía. Contó que hasta la mayoría de edad se apellidaba Beleni, como su madre, pues Amleto Guglielminetti no es su padre biológico y lo reconoció después que cumplió la mayoría de edad. El nombre de fantasía con que lo bautizó el Ejército fue Rogelio Angel Guastavino. Nació en la Capital Federal, tiene setenta años. Y ha permanecido preso en el penal de Marcos Paz. En su relato pormenorizó que fue agente de Inteligencia del Ejército desde 1973, en 1976 fue trasladado a la ciudad de Buenos Aires y prestó servicios hasta 1979. Después fue a vivir a Estados Unidos: en Miami tuvo una joyería. Tampoco se refirió a su vinculación con el tráfico de armas. En el presente arrastra una sentencia condenatoria del TOF Nº 2 de Capital Federal por delitos de lesa humanidad. La pena fue de 25 años de prisión. También fue condenado en la causa Automotores Orletti por el TOF Nº 1 de la Capital Federal a 20 años de prisión. Después de ser acusado como integrante de la banda de Aníbal Gordon y autor de los secuestros y asesinatos de los empresarios Sivak y Naun, Guglielminetti jugó su sarcasmo al extenderse sobre “sensaciones que estaba teniendo y necesitaba exteriorizar”. Lo que dijo: “Caído el nazismo, en la reforma del código penal alemán, el artículo segundo les daba a los jueces la libertad de interpretar la declaración de los imputados para satisfacer las necesidades del Estado punitivo. Y yo creo que esta mención que se hace así, atropelladamente, intentando acumular información para el acto que va a venir, está totalmente fuera de lugar, señor presidente, porque debieran tener el recato de que el Derecho penal también tiene una estética, más allá de una ética. Tiene una estética y debe conservarse frente al tribunal”. En consecuencia, se reservaba para después de los alegatos. Guglielminetti, cabe consignarlo, fue el secuestrador y torturador del Nano en aquellos días primeros del golpe. A las sesiones de picana y de teléfono, golpes en los oídos con la mano ahuecada, se debe la sordera casi total que sufre el Nano. Con todo lo que parece saber sobre la teatralidad del ritual jurídico, el represor debería tener en cuenta Eichmann en Jerusalén, la crónica ensayística que Arendt escribió para The New Yorker. La filósofa describe con sagacidad la puesta en escena del juicio, el efecto que causaba, en cada audiencia, el ingreso de los letrados, la voz estentórea del juez, anunciando el inicio de la sesión. Impactaba ese instante del comienzo de la puesta. Pero el efecto teatral, su liturgia, lo que podía considerarse eso que Guglielminetti demoniza como el lado “estético”, se disolvía apenas comenzaban los testimonios y el horror estremecía al público. Contra el relato de las víctimas no había, no hay, no habrá, efecto estetizante.
Noemi Labrune y otros miembros de la apdh al iniciar la investigacion de “la escuelita”
8 En la silla de los acusados se sentarían en este abril jefes militares, suboficiales, civiles que trabajaban en Inteligencia del Ejército, personal de Gendarmería y comisarios retirados que integraron el área de Inteligencia de la Policía o la jefatura de comisarías de Cinco Saltos y Cipolletti. Los involucrados en la causa “La Escuelita”: José Ricardo Luera, Enrique Braulio Olea, Hilarión Sosa, Luis Alberto Farías Barrera, Oscar Lorenzo Reinhold, Mario Alberto Gómez Arenas, Enrique Charles Casagrande, Máximo Ubaldo Maldonado, Osvaldo Antonio Laurella Crippa, Gustavo Vitón, Jorge Osvaldo Gaetani, Jorge Eduardo Molina Ezcurra, Sergio Adolfo San Martín y Francisco Julio Oviedo. También serán juzgados el gendarme retirado Emilio Jorge Sacchitella; los civiles de Inteligencia Raúl Guglielminetti y Serapio del Carmen Barros; y los ex comisarios rionegrinos Antonio Camarelli, Julio Héctor Villalobo, Saturnino Martínez, Miguel Angel Quiñones, Gerónimo Huircaín, Oscar Ignacio Del Magro y Desiderio Penchulef. Además de las 24 defensas, participaría del proceso una gran cantidad de querellantes por las 39 víctimas. El arranque del segundo juicio de la causa “La Escuelita” II fue de alto voltaje. Los primeros tres días de audiencias fueron bravos, con cruces fuertes entre los querellantes y defensores. Hubo encontronazos a raíz de los planteos preliminares, pero el Tribunal evidenció la firme decisión de avanzar en el proceso sin distraerse en las estrategias de las partes. De los 23 acusados, 18 se abstuvieron de declarar, aunque algunos prometieron hacerlo después, y quedó abierta la expectativa sobre los cinco restantes, porque hay elementos objetivos que permiten suponer que podrían tomar la palabra y dar su versión de los hechos que les imputan o al menos del proceso. En estos días, las declaraciones más explosivas fueron las de Molina Ezcurra, quien criticó que en las cárceles sólo están algunos militares y no rinden cuentas los “más de 600 intendentes” que formaron parte del proceso. También cargó contra Balza por haber instalado durante su mando un “sentido malicioso de obediencia” con el concepto de órdenes “morales e inmorales”, que consideró inexistentes en el manual del mando militar. Al el ex jefe de Estado Mayor, Martín Balza, lo acusó de conocer que en 1983 se mandó a incinerar toda la documentación existente sobre las directivas y actividad del Ejército relacionada con la “lucha contra la subversión”. Molina Ezcurra recalcó que la Justicia debió citar a Balza por la actuación en el centro clandestino “La Polaca”, que recorría como “jefe de día”.
9 En los días anteriores a declarar en el TOF, acompañé al Nano. Iba a ser el primer testigo de la causa. Y su familia estaba atemorizada. No era para menos: al antecedente de la desaparición de Julio López, ahora, en Neuquén, había que sumar la casa de las Madres baleada al comenzar el juicio. Pero el Nano no es de achicarse. Conviene tal vez que lo aclare: el Nano es el protagonista de Un maestro, la crónica que escribí inspirado en su vida como ejemplo de lucha y lección de vida. Nuestra intención original era concluir el libro con el juicio, pero el juicio se postergó, prometiendo convertirse en el Día del Juicio Final. Ahora, por fin, el miércoles 18, el Nano declararía ante el TOF compuesto por los jueces Orlando Coscia, Eugenio Krom y Norberto Ferrando. En esas noches anteriores, al Nano se le notaban los nervios. La ansiedad subterránea. “¿Qué te preocupa?”, le pregunté. “Incurrir en falso testimonio –decía–. Quiero estar seguro de cada cosa que digo.” Y volvía a escribir en su ayuda-memoria. En un momento le pregunté si sentía que se encontraba ante un examen o daría una clase. “Es las dos cosas –dijo–. Me siento más seguro dando una clase.” Como docente, se dispuso a prepararla. No durmió bien esa noche, el Nano. La pesadilla que lo tuvo atrapado después de la tortura volvió con intensidad. Taquicardia, sudor frío, despertar con un grito ahogado. La espera.
10 Ese miércoles amaneció limpio y soleado. Pero el viento patagónico frío y crudo obligaba a alzar solapas y anudar bufandas. Sin embargo, no impidió que en la avenida Argentina que sube hacia la Universidad se juntaran frente al alambrado protector del TOF agrupaciones con sus carteles, además de un sinfín de compañeros docentes del Nano. Vinieron a apoyarlo amigos, tanto desde Chos Malal como desde San Martín, y no pocos de Buenos Aires. Un gran lienzo blanco de la APDH con los rostros de los desaparecidos tapaba gran parte del alambrado.
El TOF funciona en instalaciones de la Universidad del Comahue y no reúne todas las condiciones que, se supone, exige una sala para este tipo de juicio. El Ejecutivo había prometido una cifra para acondicionar la sala. La cifra no se completó. Pero suspender el juicio esperando el dinero del gobierno implicaba –y Noemí Labrune lo sabía– una nueva postergación de la causa, una nueva dilación y su consecuente tortura en la espera en las víctimas por declarar. Excepto el comisario Camarelli, solitario y apocado, ninguno de los acusados se presentó a esta audiencia. Aquellos que no adujeron, como Farías Barrera, un infarto y arresto domiciliario, pidieron seguir las alternativas por teleconferencia. Apenas el Nano entró en la sala, el público se levantó a aplaudirlo. Fue un saludo conmovedor.
La sala amplia, enorme, compartía las dimensiones de un gimnasio. Distribuidos en U, los jueces, en un estrado. Al pie, en dos hileras, las mesas respectivas de la querella y la defensa. En el centro, el banco y la mesita donde se sienta el testigo. En este caso, debido a la sordera del Nano, se habían acondicionado dos monitores en los que se imprimirían las preguntas a formularle.
Al tomársele juramento, el Nano apoyó la mano, como sin querer, sobre una Biblia. Más tarde se daría cuenta de qué ejemplar era: la Biblia Latinoamericana, la de los teólogos de la liberación. Tranquilo, al principio con voz quebrada, recuperando firmeza después, el Nano arrancó: “Durante casi cuarenta años he almacenado y preservado en mi memoria hechos de los que fui testigo, hechos que muestran cómo se montó un plan criminal que, conducido por las Fuerzas Armadas, sometió a las instituciones del Estado y, con la complicidad de sectores de la sociedad civil, se instaló el terrorismo de Estado en nuestro país. Este plan tuvo un objetivo: bajo el terror, la sociedad se comportaría con sumisión sin reaccionar no sólo ante el terrorismo sino, también, ante un proyecto económico que endeudaría al país y empobrecería como nunca a sus habitantes. Instituciones jerarquizadas del Estado, a las que el pueblo había provisto para su defensa, eran ahora las responsables del exterminio de toda oposición”. El Nano no podía pasar por alto una asociación para nada ilícita: que hace unos meses se cumpliera otro aniversario del asesinato del maestro Carlos Fuentealba, que ayer fuera el Día del Profesor Neuquino y que él, un docente, fuera el primero en declarar en una causa denominada “La Escuelita”, todo cerraba en una paradoja tan macabra como el origen del centro clandestino, un matadero, lo que remitía al vejatorio texto echeverriano, según David Viñas, fundante de nuestra literatura y clave para comprender las tensiones entre civilización y barbarie. En su relato, el Nano no se detuvo en una enumeración obsesiva de las torturas sufridas. Se acordó con ironía de la rapiña de sus torturadores, los efectos que le robaron al detenerlo: un reloj, un anillo de sello, un encendedor y algo de dinero. Sí, en cambio, abundó en las penurias y bromas siniestras con que los represores gozaban a los familiares de los detenidos. Tampoco se manifestó partidario de la pena de muerte. No es de victimizarse el Nano. “Estoy convencido de que la justicia repara y es sanadora”, afirmó. En una interrupción, agotado, debió retirarse para controlar la presión arterial. Un enfermero le suministró una pastilla. Estabilizado, al continuar, antes que detenerse en la descripción morbosa de los castigos eligió, durante sus tres horas de exposición, citas que irritarían a la defensa, abogadas y abogados refunfuñantes, poco ilustrados, que se dedicaron a hostigarlo con preguntas de mala leche queriendo vincular al Nano, militante del PB, con las organizaciones armadas de la época. No fueron pocas las veces que la provocación chabacana y ramplona de la defensa causó la hilaridad del público y fue reprendida por el juez Coscia con un laconismo elegante. El Nano prefirió continuar su argumentación citando a Kafka, aludiendo a la espera como castigo más terrible que el castigo en sí, y a Primo Levi: “Si comprender es imposible, conocer es necesario. Porque aquello que ocurrió puede retornar. Las conciencias pueden ser nuevamente seducidas y oscurecidas: incluso las nuestras”. Como cierre, leyó un fragmento de la Carta de Rodolfo Walsh a la Junta Militar: “El primer aniversario de esta Junta Militar ha motivado un balance de la acción de gobierno en documentos y discursos oficiales, donde lo que ustedes llaman aciertos son errores, lo que reconocen como errores son crímenes y lo que omiten son calamidades. El 24 de marzo de 1976 derrocaron ustedes a un gobierno del que formaban parte, a cuyo desprestigio contribuyeron como ejecutores de su política represiva, y cuyo término estaba señalado por elecciones convocadas para nueve meses más tarde. En esa perspectiva, lo que ustedes liquidaron no fue el mandato transitorio de Isabel Martínez sino la posibilidad de un proceso democrático donde el pueblo remediara males que ustedes continuaron y agravaron”. La exposición del Nano ante el Tribunal había durado casi cuatro horas.
11 Al salir del Tribunal, más de las tres de la tarde, bajo un sol tibio y un cielo azul, el Nano se fundió en un abrazo con su hija. Se miraron a los ojos, rodeados por una multitud que quería abrazarlo y felicitarlo por su clase. Su expresión se había despejado. Su sonrisa era feliz. La espera, esa tortura, había concluido. Y la pesadilla, exorcizada. Había sido un luminoso día de justicia.

sábado, 5 de mayo de 2012

En contra de la medicalización de la infancia


CARTA A LA UNASUR
 LA MEDICALIZACION DE LA VIDA

-Redactada en forma conjunta por 
el ForumAdd (Argentina) y el Fórum sobre Medicalização da Educação e da Sociedade (Brasil) en Junio de 2011.
-Ratificada en el Encuentro de trabajo de ambos equipos realizado en Buenos Aires, el 30 de Abril y 1ro de Mayo de 2012.

Entre el 2 y el 4 de junio de 2011, se reunieron en Buenos Aires representantes del forumadd (equipo interdisciplinario contra la patologización y medicalización de la infancia), de la Argentina, y del Fórum sobre Medicalização da Educação e da Sociedade, de Brasil, y construyeron en conjunto el presente documento, marco inicial de la articulación entre profesionales de los campos de la salud y de la educación de ambos países, comprometidos con la defensa de la vida, de la ética y de la ciencia. Asumiendo concepciones histórico-culturales, entienden que personas, saberes, valores y conocimientos son productos de sociedades inscriptas en espacios-tiempos concretos.

Asistimos en nuestra época a una multiplicidad de "diagnósticos" psicopatológicos y de terapéuticas que simplifican las determinaciones de los trastornos infantiles y regresan a una concepción reduccionista de las problemáticas psicopatológicas y su tratamiento. Esta concepción utiliza de modo singularmente inadecuado los notables avances en el terreno de las neurociencias para derivar de allí, ilegítimamente, un biologismo extremo que no da valor alguno a la complejidad de los procesos subjetivos del ser humano.
Procediendo de manera sumaria, esquemática y carente de verdadero rigor científico, se hacen diagnósticos y hasta se postulan nuevos cuadros a partir de observaciones y de agrupaciones arbitrarias de rasgos, a menudo basadas en nociones antiguas y confusas. Es el caso del llamado síndrome de "Déficit de atención con y sin hiperactividad" (ADD/ADHD), de la Dislexia, del Trastorno de Oposición Desafiante (TOD) y otros trastornos constantemente inventados y reinventados, lanzados como nuevas mercaderías. Rótulos y etiquetas, maquillados de diagnósticos, y píldoras psicotrópicas que prometen resolver todos los conflictos naturales de la vida, arrojando a la vida de la escena.


Una vez clasificadas como "enfermas", las personas se transforman en "pacientes" y consecuentemente en "consumidoras" de exámenes, tratamientos, terapias y medicaciones, que transforman sus cuerpos y sus subjetividades en problemas, blanco de la lógica medicalizadora, que tienen que ser curados individualmente.


A la vez, suponer que diagnosticar es nominar nos lleva por un camino muy poco riguroso, porque desconoce la variabilidad de las determinaciones de lo nominado. Así, el movimiento de un niño puede ser considerado normal o patológico según quién sea el observador, tanto como el retraso del lenguaje puede ser ubicado como "trastorno" específico o como síntoma de dificultades vinculares según quién esté "evaluando" a ese niño. Asimismo, las clasificaciones tienden a agrupar problemas muy diferentes sólo porque su presentación es similar.


Vivimos tiempos marcados por una creciente medicalización de todas las esferas de la vida; vivimos en la "Era de los Trastornos".


La expresión "medicalización", acuñada en los años '70, fue usada por Ivan Illich en su libro "La expropiación de la salud: némesis de la medicina", para llamar la atención hacia el hecho de que la ampliación del poder médico minaba las posibilidades de que las personas lidiasen con el sufrimiento y con las pérdidas derivadas de la propia vida, transformando los dolores de la vida en enfermedades. Según este autor, la vida estaría siendo medicalizada por el sistema médico que pretende tener autoridad sobre personas que aún
no estarían enfermas, sobre personas para las cuales no se podría racionalmente esperar la cura, y sobre personas con problemas para los cuales los tratamientos prescriptos por médicos tendrían resultados semejantes a los ofrecidos por familiares con más experiencia.


Las expresiones "medicalización" y "patologización" designan procesos que transforman, artificialmente, cuestiones no médicas en problemas médicos. Problemas de diferentes órdenes son presentados como "enfermedades", "trastornos" o "disturbios" que escamotean las grandes cuestiones políticas, sociales, culturales y afectivas que afligen la vida de las personas. Cuestiones colectivas son tomadas como individuales; problemas sociales y políticos son transformados en biológicos.


En ese proceso, que genera sufrimiento psíquico, la persona y su familia son consideradas como responsables únicos de los problemas. Tratar cuestiones sociales como si fuesen biológicas iguala el mundo de la vida al mundo de la naturaleza. Se eximen de responsabilidades todas las instancias
de poder, en cuyas entrañas son generados y perpetuados tales problemas. Todo ocurre como si las personas tuvieran "problemas", fuesen "disfuncionales", "no se adaptasen", fuesen "enfermas", lo cual puede conducir, inclusive a que sean sometidas a procesos judiciales y a que tengan sus derechos cercenados.


En el mundo de la naturaleza, procesos y fenómenos obedecen a leyes naturales. La medicalización naturaliza todos los procesos y relaciones socialmente constituidos y, en consecuencia, de-construye derechos humanos, conquistas históricas de hombres y mujeres, que se inscriben en el mundo de la vida.


El aprendizaje y los modos de ser y actuar –campos de gran complejidad y diversidad– han sido los blancos preferenciales de la medicalización. Cabe destacar que, históricamente, es a partir de insatisfacciones y cuestionamientos que se constituyen posibilidades de cambio en las formas de ordenamiento social y de superación de prejuicios y desigualdades.


La medicalización cumple así, también, el papel de abortar cuestionamientos y movimientos que reivindican cambios, lo que, en el límite, puede representar el exterminio de posibilidades de construcción de un futuro diferente.


Es alarmante el número de niños y adolescentes medicados por ADD/ADHD sin que se formulen preguntas acerca de las dificultades que presentan los adultos para contener, transmitir, educar, y sobre el tipo de estimulación, valores y ambiente a los que están sujetos esos niños dentro y fuera de la escuela. Es decir, se supone que el niño es único actor en el proceso de aprender.


En esa epidemia de diagnósticos, el mundo y la vida son vistos por prismas en que lo que no encuadra en rígidos patrones y normas es considerado como enfermedad a ser tratada, medicada.


Consideramos que es fundamental diagnosticar, a partir de un análisis detallado de lo que el sujeto dice, de sus producciones y de su historia. Desde esta perspectiva el diagnóstico es algo muy diferente a poner un rótulo; es un proceso que se va construyendo a lo largo del tiempo y que puede tener variaciones, porque todos vamos sufriendo transformaciones.


En relación a los niños y a los adolescentes, esto cobra una relevancia fundamental. Es central tener en cuenta las vicisitudes de la constitución subjetiva y el tránsito complejo que supone siempre la infancia y la adolescencia así como la incidencia del contexto. Existen así estructuraciones y reestructuraciones sucesivas que van determinando un recorrido en el que se suceden cambios, progresiones y retrocesos.
Las adquisiciones se van dando en un tiempo que no es estrictamente cronológico. Es por esto que los diagnósticos dados como rótulos pueden ser claramente nocivos para el desarrollo psíquico de un niño, en tanto lo deja siendo un "trastorno" por toda la vida.


De este modo, se borra la historia de un niño o de un adolescentey se niega el futuro como diferencia.


En tanto el ser humano es efecto de una historia y un entorno, imposible de ser pensado en forma aislada, tenemos que pensar también en qué situaciones, en qué momento y con quiénes se da este funcionamiento. La familia, fundamentalmente, pero también la escuela, son instituciones que inciden en esa constitución... Instituciones marcadas a su vez por la sociedad a la que pertenecen.


Los seres humanos son sujetos "datados y situados"; traen en sus cuerpos y mentes marcas de su tiempo, de las esferas sociales, geográficas, históricas, políticas, culturales y afectivas en las cuales se inscriben. Sujetos históricos y culturales, constituyen su subjetividad en procesos complejos y sofisticados en los cuales, al constituir su lenguaje y sus saberes, son por ellos constituidos.


Asumir esa concepción de ser humano, de sujeto, implica asumir que los modos de ser, actuar, reaccionar, afectar y ser afectado, de aprender y de lidiar con lo aprendido, de relacionarse con los demás, son socialmente producidos. Si en determinado espacio-tiempo muchas personas presentan comportamientos considerados "inadecuados", hay que entenderlos como frutos de la sociedad, productos de la dimensión histórica en la que viven.


Ese modo de comprender lo humano se opone frontalmente al que asistimos en los días actuales, en que normas artificiales, sin ningún respaldo de valores sociales y culturales contemporáneos, son naturalizadas y presentadas como si fuesen normas biológicas, neurológicas. Son divulgadas como suficientes para identificar pretendidas enfermedades, cuya existencia aún es cuestionada en todos los países, por la ausencia de comprobación en el campo de la ciencia médica.


Los avances del conocimiento médico y de las tecnologías posibilitan diagnósticos más precoces y precisos, tratamientos más eficientes, mejoras de la calidad de vida de las personas; señalemos, sin embargo, que el acceso a esas posibilidades es muy acotado. La mayor parte de la población mundial aún no puede usufructuar el conocimiento científico. Por otro lado, una consecuencia más evidente y perversa
de esos avances es la amplificación de la medicalización a todas las dimensiones de la vida.


Las personas que viven y sufren la medicalización, deben vivir el estigma de la "enfermedad", que realiza una segunda exclusión de aquellos que ya habían sido excluidos social, afectiva y educacionalmente. Se opera, así, una extraña paradoja: una nueva exclusión, protegida y disfrazada por discursos de inclusión.


La medicalización ha cumplido el papel de controlar y someter personas, ahogando cuestionamientos e incomodidades; cumple, inclusive, el papel aún más cruel de ocultar violencias físicas y psicológicas, transformando a esas personas en "portadores de trastornos de comportamiento y de aprendizaje".


Cada día nos confrontamos con niños y adolescentes víctimas de violencia, acompañados por médicos –pediatras, neurólogos y psiquiatras– psicólogos, fonoaudiólogos y psicopedagogos, con etiquetas de trastornos neuropsiquiátricos inherentes a ellos, recibiendo psicotrópicos en dosis crecientes; sedados y que son todavía más vulnerables a las agresiones. Se construye, así, una coartada para la violencia contra niños y adolescentes. Ese proceso se está generalizando a tal punto que jóvenes en situación de proceso judicial son capturados por la psiquiatrización, rotulados como portadores de trastornos como ADHD y/o TOD y “medicados”. Se borra su historia de vida, los sufrimientos que ya enfrentaron y los que aún viven, y se les impone una segunda alienación, una segunda expropiación de su vida.


Consideramos que, en lugar de rotular, debemos pensar qué es lo que se pone en juego en cada uno de los síntomas que los niños y adolescentes presentan, teniendo en cuenta la singularidad de cada niño, cada adolescente, cada hombre o mujer, y ubicando ese padecer en el contexto familiar, educativo, histórico y social en el que esa persona está inmersa.


De todo lo antes expuesto, se desprende que:

 No estamos de acuerdo con el uso del DSM IV ni el V (en proceso de elaboración) en ninguna persona, en especial en niños y adolescentes.

 Que a todo niño y adolescente, por su sola condición ciudadana, sin necesidad de ningún tipo de certificado o diagnóstico invalidante, se le debe garantizar el acceso a la atención médica, psicológica, fonoaudiológica y pedagógica de calidad, sin restricciones.

 Sostenemos que educación y salud públicas de calidad son derechos de todos y deber del Estado. En este contexto es que el forumadd (equipo interdisciplinario contra la patologización y medicalización de la infancia) de la Argentina y el Fórum sobre Medicalização da Educação e da Sociedade de Brasil, se unen en un movimiento que busca articular entidades, grupos y personas de diferentes regiones y países de América Latina para el enfrentamiento y superación del fenómeno de la medicalización, y para movilizar a la sociedad para favorecer una mirada crítica de la medicalización del aprendizaje y del comportamiento.


Este movimiento tiene carácter ético y político y se pauta por el rigor científico en defensa intransigente de la vida.


ESTA CARTA LA FIRMA: 
- ForumAdd  -Equipo Interdiciplinario contra la Medicalizacion de la Infancia- de Argentina- y
- Fórum sobre Medicalização da Educação e da Sociedade-  de Brasil.

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